viernes, 14 de noviembre de 2014

Me violaron

No me lo ha dicho así. Me ha mirado con sus ojillos pequeños y miopes, a través de unas gafas un poco sucias. Me ha contado que la agredieron. Le cuesta trabajo pronunciar la palabra "agresión". Se para y aclara: "sexual". Antes me ha confesado que era toxicómana. También le resulta difícil decir toxicómana de un tirón. Le calculo 50 años, pero también me ha dicho que pasó algunos en la calle y ya no sé qué pensar. La intemperie desgasta, la pobreza envejece, la droga probablemente ha apagado su piel. 


Intenta mantener la mirada fija en mí, como le ha pedido el cámara. Es obediente y hace esfuerzos por no mirar el objetivo, pero de vez en cuando las pupilas se le disparan hacia el rabillo del ojo. La veo tensa. "Me agredieron", vistazo furtivo a la cámara. "Sexualmente". Le tiembla la piel que le cuelga en la comisura de los labios, el orgullo detiene la humedad en sus ojillos pequeños y miopes. Yo no le he preguntado. Me cago en la puta, yo no le he preguntado. Yo no lo quería saber.
Sus compañeras me han hablado de agresiones en abstracto, de engaños, de abusos de confianza. Serán experiencias personales o no, ninguna profundiza mucho y yo no insisto. "Tenemos que dormir juntas, pero incluso así es peligroso. Estás sola, sola, siempre sola. Incluso con tus hermanas de cartón. Siempre estás expuesta". Pero ella no. Ella no habla en abstracto. Ella está ahí de pie, mirándome a la cara y componiendo con trabajo tres palabras: "Me agredieron. Sexualmente" ¿Se creerá que me tiene que contar todo porque es la tele? 

Trago saliva. Cambio de tema y le pregunto por la actividad que yo iba a cubrir. Le está costando horrores, pero intenta responder. Es obediente y se ha pasado años en la calle y la agredieron sexualmente y se está desintoxicando y la está enfocando una cámara y yo le aguanto un micro en la boca y me intenta contestar y no sé si es porque no se ve capaz de decirme que no me lo quiere contar, que no puede seguir hablando, que va a romper a llorar. 

Tengo que parar. Paro. Le digo que no vamos a seguir, que lo está pasando mal. La abrazo de mentira porque no estoy pensando de verdad en ella. En realidad estoy pensando en que ese pedazo no lo podemos emitir y que tengo que hablar con un responsable, si lo encuentro, para avisar.
Pero he llegado a casa y cuando he encendido la cafetera toda esa frase me ha vuelto a golpear. Ahora sí. Un puñetazo en el estómago, una quemazón en el pecho, una mano aprentándome garganta. La agredieron sexualmente. Y lo dice así porque así lo llamarán en terapia. O porque agresión sexual puede no sonar tan sucio, tan desgarrador, tan agresivo, tan medieval, tan incivilizado como violación. Pero la violaron. La violaron porque era pobre, porque estaba sola, porque era débil. La violaron porque era mujer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario