domingo, 10 de enero de 2010

El eslalom del olivo

Lo que es no saber, no saber nada. Todos envidiamos algo del vecino, de lo que nosotros no tenemos. Y resulta que lo que no tenemos es ni puta idea. Porque acabo de comprobar que eso de "cuidado con lo que deseas porque lo puedes conseguir" es muy cierto. Figúrate que yo he tardado años en conseguir que se me cumpliera ese deseo de cumpleaños de ver nevar, pero bien, y a ser posible, desde mi casa. Y hoy, si hubiera podido darle un cosqui a la Isa de hace quince años, me hubiera llevado una colleja tal que habría roto la barrera del espacio tiempo y me habría escocido a diez de enero de 2010.

Porque entre esas cosas que envidiamos, y hablo en nombre de un colectivo muy grande que voy a llamar aquí " los del templado sur" está la nieve. Tengo una amiga que le encanta esquiar y envidia a los granadinos que tienen Sierra Nevada ahí al lado, a un tiro de piedra. Puestos a tener pelusa, digo yo que ya podía envidiar a quienes viven en las faldas de Baqueira Beret, que seguro que es una estación magnífica. Porque de la Casa Real se pueden decir muchas cosas, pero desde luego pocos iban a discutir que saben escoger y -sobre todo- pueden hacerlo. También tengo una compañera que hace fotos. No en plan como las hago yo, sino chulas de verdad. Y me decía un día que envidiaba los paisajes invernales que le enviaba un amigo suyo -también fotógrafo- de Noruega o del norte de Alemania o de por ahí. De un sitio lejano y frío. Claro que en mi opinión, ella hace atardeceres preciosos en Huelva y se moja los pies con agua fresquita, no se le calan las botas de nieve para conseguirlo. Pero bueno, eso es otra cuestión. Y luego están los que se han criado con Galerías Preciados y echan de menos la nieve por lo de tener unas navidades blancas. Algunos como consuelo, le echan corchopán al Belén, sin piedad por ese pobre niño que sólo lleva un pañal.

Yo hoy he envidiado a los alemanes del norte, a los noruegos, a los de Monachil y hasta al romano del castillito del Belén. Porque el deseo de cumpleaños se me ha cumplido y por poco no llego a Sevilla. Lo que empezó siendo una simpática nevada a mediodía en Córdoba, se hizo emocionante cuando parecía que empezaba a cuajar y acojonante cuando cuajó de verdad. Si cuando llueve cualquier ciudad andaluza ya es el caos, imaginaos qué puede pasar con nieve. Pues esto. Kilómetros de retenciones, un carril habilitado de tres que hay y más de una hora para pasar de la cuesta del Espino. Y yo me he dado cuenta de que no sé conducir con nieve y de que no tengo cadenas. Es más. Ni sé la pinta que tienen ni dónde se pueden comprar. También me he dado cuenta de que da mucho miedo sentir como el coche resbala por carreteras que se han convertido en una pista de patinaje y mucho agobio verte rodeada de otros conductores que, por lo que sé, están más o menos como yo.

También añado que mi teléfono no ha dejado de sonar con las alertas del 112 y también con las incidencias. Medio centenar en Córdoba capital (en domingo), la A-4 cortada y el Córdoba - Rayo que no se ha podido jugar. Y ha nevado apenas tres horitas. Eso sí, se han cumplido los deseos de muchos. Si a alguien se le hubiera ocurrido, aunque tendría que consultar con un experto, la campiña podría haber sido un sitio estupendo para practicar una nueva disciplina invernal que llamaría, por ejemplo, el eslalom del olivo. Tampoco nos han faltado paisajes invernales. La verdad es que un atasco no es el mejor sitio para hacer el encuadre de mi vida pero hay fotos que dejan intuir que eran preciosos.
Y la situación, pues ésa. Que no había manera de andar por allí, ni para adelante, ni para detrás. Al margen de los coches y los bonitos paisajes, sólo veía quitamiedos destrozados, grúas de Mapfre, coches de la Guardia Civil y palas quitanieves. También había un pobre agente que estaba tapado hasta las cejas, resbalando a cada dos pasos y moviéndose exageradamente -digo yo que intentaba entrar en calor- para indicarnos el sitio más seguro. Y estaban los de limpieza de carreteras jugándose el tipo para despejar un carril y que pudiéramos salir de ahí todos los que no habíamos escuchado o habíamos pasado de las advertencias del ministerio. Aunque a través de las ondas, también estaban al pie del cañón los compis de Radio Cinco conectando con los chicos de la DGT para contarnos el minuto a minuto de las carreteras y orientar y animar a los conductores que empezaban a desesperarse. Así que a todos, gracias por sacarnos de ahí, porque ha habido momentos que yo pensé que nos quedábamos en la A-4. Ah, y gracias también a Joaquín Sabina que me ha tenido casi dos horas de atasco sonriendo y cantando al ritmo de Cristina. Si pudiera, le daba un achuchón a través del espacio tiempo para llegar al 91 y agradacerle esas Mentiras Piadosas.

2 comentarios:

  1. me alegra mucho que estés superando el trauma y que por fin puedas hablar abiertamente de tu cumpleaños.
    Si te consuela yo tampoco sé poner unas cadenas. y como siempre... me encanta tu cierre. besos.

    ResponderEliminar
  2. Hola, preciosa. No sabía que contabas cosas por aquí, aunque no me sorprende que lo hagas tan bien.
    Me ha emocionado que te hayas acordado de mí. La próxima vez que pueda salir a fotografiar un atardecer y además me esté mojando los piés con agüita salá de Huelva o de Cádiz, intentaré hacer una foto digna de estar colgada en tu pared.
    Un besazo y espero que hasta pronto.

    ResponderEliminar